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Por La Boca Muere El Pez
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martes, enero 29
Tiempos De Mudanza
Soy un recién llegado aquí y ya estoy anunciando que me largo. Esto no son, ciertamente, formas. Aquí con el blogger he descubierto este mundo de las bitácoras, tan apasionate como revelador de que quienes hablan (pontifican) de internet como el último paso en la alienación de las mentes -sobre todo de los jóvenes etc etc...- están simplemente meando fuera del tiesto y hablando de sus propias limitaciones y prejuicios. Bueno, eso. Que no es momento de ponerse a hacer un tratado sobre este tema (ya los hay, por otro lado..).
Sucede que ha nacido Blogalia. No es lugar, ni servidor tiene capacidad, de ponerse a discutir las mejoras, los cambios, todo lo que supone. Tampoco la cosa del idioma es algo tan tremendo: cualquiera está ya demasiado acostumbrado a trabajar en inglis como para asustarse a estas alturas. El motivo es más sencillo: lo monta un amigo. Y eso, en estos tiempos de muchas mudanzas, son valores que uno quiere siempre conservar.
Así que tomad nota de la nueva dirección: http://javarm.blogalia.com, en donde el Pez seguirá muriendo por la boca (bocaza).
Saludotes
javier armentia
colocado: martes, enero 29, 2002
lunes, enero 28
Acuse De Recibo
Llega esta imagen al Pez que tortura en esta bitácora desde la mano detrás de Memorabilis. Y no puedo sino colocarlo aquí, y homenajear a mi modo el trabajo de leer, de escribir, de imaginar y de componer este alegato... Por supuesto que esa memorable (chiste fácil) bitácora pasa a formar parte de mis visitas obligadas. Un poco de cultura no vendrá mal a este teleósteo.
j.a.
P.D.: De paso, quienes hayan venido antes por aquí podrán notar que a la izquierda, donde ponía "Otras bitácoras notables", ahora pone "Bitácoras sobresalientes". Es justo reconocerles con una buena nota el trabajo... Eso sí, la matrícula exigirá un trabajo de fin de curso adecuado. Les mantendremos informados.
colocado: lunes, enero 28, 2002
Milenio
Publicado el lunes 28 de enero de 2002 en Diario de Noticias.
Menudencias
Por Javier Armentia
Son las que van llenando los vasos que se colman, las que poco a poco configuran las tendencias, los hechos incontrovertibles, y a veces las leyendas. En sí mismas, poco valen, como un pequeño comino; acaso como metáforas de lo que nos va sucediendo día a día, como destellos entrevistos de una luz más intensa.
Un ejemplo: el texto en caracteres árabes de la Plaza de la Paz es ininteligible, y cuando uno se esmera suena a algo así como “coño”. ¿Un error informático? Pues algo así, pero esta menudencia nos devuelve a la plaza su popular nombre. Aparte de ser la plaza de los Txitus o de los Silbos, a mí me la presentaron hace años como la plaza del Coño. “Coño… ¡qué fea!” acababa la broma. Hay Plazas del Coño en casi todas las ciudades, visto que en alguna época siempre algún munícipe acaba haciendo algo especialmente ridículo en una plaza.
Otro: andan por ahí con menudencias entre los arqueólogos. Se comenta que unos han de firmar papeles negando valor a ciertos restos antiguos que aparecen en las excavaciones de la Plaza del Castillo si quieren seguir viviendo de lo suyo. Y que otros dicen que ya está bien. Alguno se teme que al final, temas políticos o judiciales les van a caer a los historiadores para que se peguen entre ellos. ¿O no es sino la constatación de lo que ya está pasando?
Y otro: andan unos cuantos católicos a la gresca por un quítame aquél artículo sobre política o un canonízame a ese marqués: bien ese airear opiniones en la plaza pública supone un nuevo despertar de la crítica dentro de esa institución, bien es que las relaciones de la jerarquía con su rebaño andan tensas. Menudencias: tienen para otros dos mil años de lo mismo...
colocado: lunes, enero 28, 2002
viernes, enero 25
Compasión
Los viernes por la noche es noche de cena de cuadrilla (me explico para los que no vivan por esta zona del mundo: la cuadrilla es la peña, el grupo de amigos, la "pandilla", que se dice en otras zonas). Nos juntamos un número variable de personas, de entre 30 y ya casi 50 años, con profesiones distintas, con distintas aficiones, de género diferente y de diferente opción sexual. Esta noche estabamos nueve. Cumplimos bastante bien las normas básicas que comentaba Ramón y Cajal como necesarias para una buena tertulia: principalmente, hablar de lo que no se sabe. De lo que no es su expertise que dicen los finos.
Somos bastante destructores, nos gusta y, creo, nos parece una básica actitud ante la vida. Podríamos calificarnos de ateos y republicanos, pero todos sabemos que en este país es necesario ser anticlerical y antimonárquico además. Tenía yo la cosa, la espina, de una discusión que en una lista de socios de ARP-Sociedad para el Avance del Pensamiento Crítico. Se hablaba del asunto del ateísmo como creencia frente a la creencia como creencia, por así decirlo. De si hay ateísmos blandos y duros, de si... uuuf, ya sabeis, ese tipo de discuión teo/teleo/lógica que siempre se plantea... y, como suele pasar, en un tono en el que parece que hay grados de fiabilidad o de respetabilidad, como si mntener unas u otras posturas le hiciera a uno más o menos descerebrado. Es la típica discusión que suelen plantear los ex-meapilas (comperdón) o agnósticos, que no se quieren mojar, yo qué sé, por si acaso tienen tiempo aún de arrepentirse cuando estén en el lecho de muerte y un familiar cabroncete les ponga un cura con los olios cerca... [Nota: ¿sueno intransigente? Pues será que lo soy, pero no sé por qué uno ha de ir cogiéndose la chorra con papel de fumar en estos temas...]
Bueno, en la discusión se iban aportando diferentes ideas, matices... Yo andaba como mordiéndome un poco las uñas a ratos, con ese escozor que produce el querer escribir algo pero luego pensa que total para qué... Un par de veces pinché el botón de respuesta del lector de correo, escribí unos párrafos y... luego borré el texto. Supongo que os habrá pasado esto más de una vez (la gente que no ha pasado nunca por esto suele ser peligrosísima, de los que te rebotan todo lo que les llega, o que contestan casi sin haberse serenado un poco....). Vamos, que lo pongo en plan mono, pero andaba acobardado más bien. En mi defensa comento además que por virtud y vicio de mi ISP, desde casa no puedo ahora usar su SMTP para enviar respuestas, porque han decidido que no les gusta el acceso que tengo... como ando vago en reinstalarme un servidor de mail propio, pues no puedo usar la cuenta con la que ando suscrito a los foros arpíos.
La discusión ha ido derivando de un tema a otro y recientemente se ha introducido uno que es el que he planteado en la cena, cuando ya estábamos con las copas y unos cuantos se habían ido a la mesa de al lado a echar un mus (aviso: mus navarro de esos con cuatro reyes y cuatro ases, una tortura... pero así es Navarra). Ando más bien difuso o espeso, así que voy dando mucha vuelta antes de llegar al tema.... El tema al que me refiero es el de la moral, o mejor, del comportamiento ético.
En opinión de uno de los que participaba en el foro, el problema del ateísmo es transmitir su ética, frente a la ética de los creyentes. Esta persona venía a decir que la ética que puede plantear un ateo es una ética de consenso. Frente a la superioridad que permite una ética revelada, en el caso de la creencia trascendente. Bueno, la "superioridad" venía avalada más por una facilidad de plantear algo como "bueno" (porque lo dice Dios) y por una cuestión demográfica (todos los creyentes en esa religión coincidirán con lo que dicta su dios).
Para mí que todo esto es falaz... Está comprobadísimo que Dios (el que sea, o los que sean, o las que sean) no dice nada. Hay un tío o varios que dicen estar en contacto con él más o menos frecuente, y que son realmente los únicos autorizados para hablar en su nombre por estos pagos. Los vicedioses son realmente quienes proporcionan esa "ética revelada". En el caso (luego hablo de esto, que es lo que producía el título) de que la ética atea fuera un simple consenso... bueno, incluso así me parece más fiable algo en lo que se han puesto de acuerdo unos cuantos que algo que dice el vicedios de turno por su cara bonita o por ser quien es. Vaya, que para regirnos, prefiero la democracia a la dictadura. Y en el terreno ético lo mismo.... O sea que esa pretendida superioridad (de autoridad y demográfica) es puramente ficticia: es pura aplicación de la jerarquía antidemocrática (la jerarquía no puede ser de otro modo en este caso):
Y a lo que iba... (que ya vale de vueltas), el asunto de la única ética como ética de consenso. No está mal. Pero eso de decir que lo que es bueno o malo se define solamente por un consenso entre iguales es contar sólo la mitad de la verdad. Es fundamental que exista un consenso, porque las reglas que establecemos para vivir en sociedad son siempre más adecuadas cuando nos vienen mejor a todos. Pero esa alusión introduce una velada acusación de relativismo que es injusta: implica que lo que es bueno o malo cambiará al albur de la opinión de los consensuantes, como el viento cambia de dirección...
No lo creo así, una verdadera ética (es decir, la atea) surge de algo terrible y únicamente humano: llamémosle compasión. (A veces algunos le llaman cariño). Compasión en el sentido de ser capaz de ponerse en el lugar del otro. Un ser libre que es capaz de actuar de manera que, poniéndose en el lugar del otro, respete su libertad, es un ser ético, con una idea bien definida del bien.
No es simplemente un consenso: los derechos humanos no nacen solamente de un consenso, sino de la evidencia de que, aplicando la compasión, los otros alcanzan el mismo estado de libertad y derecho que nosotros.
Así que esta noche hemos hablado de compasión, de lo jodidamente difícil que es ponerse en el lugar del otro, de lo que nos cuesta ser buenos, en definitiva. Pero, también, de cómo precisamente quienes se erigen en monopolizadores de la ética desde posturas creyentes son los que menos compasión tienen.
Ha surgido un caso real y reciente, que me comentó un amigo que es profesor en un instituto. Una chica de cuatro de ESO quedó embarazada. Su novio, de veintipocos, quería formalizar la relación con la mujer; la familia conocía el tema y respetaba cuaquier decisión que ella tomara. Ella había decidido tener el niño. Un sector del instituto, el carca de siempre, quería erigir a la chica en algo así como una bandera de la defensa de la vida frente al aborto. Evidentemente, otro sector, progresista, pensaba que la chica debía abortar, qué locura llevar adelante un embarazo a esa edad... Ambos sectores afirmaban tener la razón y con ella plantear la única solución ética. Sin embargo, lo cierto es que ninguno de los dos bandos aplicaba la compasión necesaria para analizar el trasfondo ético: esa mujer, de 16 años, debía ser la única medida de la situación. Al ponernos en su lugar, podríamos descubrir que en su libertad, la opción que había de tomar era la que ella decidiera y no otra.
Mi amigo, visto que ella decidía seguir con el embarazo, estaba convencido de que la ética marcaba que fuera adelante con su decisión, por mucho que él pensara que estaba equivocada o que se enfrentaba así a unos riesgos excesivos. Curiosamente, los sectores del integrismo católicó del instituto se acercaron a él en esa época como nunca lo habían hecho (os podeis imaginar cuánto sufría mi amigo...). Y aquellos con quienes siempre había coincidido en lucha social, le daban la espalda. A la chica le pasaba lo mismo.
¿Qué paso? Afortunadamente, se dejó decidir a ella. Según pasaba el tiempo, con la presión en el instituto y, sometida a una serie de circunstancias que nunca había sospechado ser sometida, ella vio que su relación con el padre de su feto no estaba bien fundada, que el apoyo familiar encubría prejuicios religiosos... y cambió de idea. Decidió que tenía 16 años, mucha vida por delante, y que cuidar de un hijo iba a ser un compromiso que no podía aceptar. O algo así: decidió, en cualquier caso, abortar. Y posponer su maternidad al futuro.
Mi amigo, entonces, asumió que éticamente tampoco podía sino apoyar la nueva decisión. Los sectores carcas se convirtieron de repente en martillo moral de la joven mujer. Los progres la querían ahora de nuevo en su seno. Una vez más, ni unos ni otros tuvieron compasión.
La historia acababa aquí. No había más moraleja. Una amiga, que estaba en la cena, me ha reprochado esta ausencia de un final mejor. Qué le voy a hacer, si no soy Paul Auster... He pedido un poco de compasión, y asi, hemos acabado las copas y nos hemos largado del restaurante. (Quizá hubiera sido mejor que jugara al mus...)
j.a.
colocado: viernes, enero 25, 2002
Imagen
Ando monomaníaco o reflexivo o algo... debe ser la gripe de nuevo. Es cierto, como decía rvr en su comentario al post anterior que precisamente las bitácoras son textos. Que para llenarnos el ancho de banda con imágenes ya está el resto del Mundo -de la Red. Lo que pasa es que a veces la imagen es muy bella. Y uno no se puede sustraer a colocarla aquí. Como esta imagen de la Nebulosa de la Cabeza de Caballo obtenida con el VLT que me acaba de mandar el Observatorio Europeo Austral.
(Aquí con todas las resoluciones y explicaciones pertinentes)
colocado: viernes, enero 25, 2002
jueves, enero 24
Bloggorrhoea
o sea, Bitacorrea
Eso me ha dicho hace nada un buen amigo, padezco bloggorrhoea (en USA sería bloggorrhea sin más). Le había mandado a ver esto, y me ha contestado que bien, pero que hay demasiado texto. Que, ya que conoce mi natural tendencia a escribir continuamente, ponga unas imágenes. En homenaje suyo he editado las noticias de astronomía y les he puesto imágenes en colorines. Claro, que éstas se verán siempre que los enlaces permanezcan. O sea, que yo ya no puedo hacer más.
Y otro buen amigo me ha dicho que estoy subvertiendo los fines (posiblemente, aunque no lo especificó, altos, dignos, prístinos) de las bitácoras. Que lo del Pez es muy impersonal, demasiado profesional. Que eso no vale y hay que pringarse. Ante esto, uno no puede poner imágenes y ya está, claro. Hacerle caso (en el fondo sé que tiene razón) supone más trabajo. Y si algo estoy conociendo del Pez es que cada día es más vago. Hoy me ha dejado ponerme algo más personal y comentar lo de mi mal. Aquí queda como constancia. Pero me temo que no dará para mucho más.
El Pez ha sonreído y me ha comentado: "bueno, ¿y no vale con poner chorradillas como comentarios a las bitácoras de los amigos?" El y yo ya sabíamos que la respuesta es no.
Por otro lado, el mal de la bitacorrea no se puede curar poniendo anotaciones como esta. No tiene cura...
j.a.
colocado: jueves, enero 24, 2002
miércoles, enero 23
La Astronomía En Radio 5
Adelanto de la semana en este quesito (microespacio) de Radio 5 Todo Noticias, en Radio Nacional de España.
Jueves 24
Inauguración en Cerro Pachón, Chile, el 18 de enero del Gemini South. El hermano gemelo de este telescopio de 8 metros de diámetro, con todos los aditamentos de los grandes telescopios modernos (incluyendo la óptica adaptativa), está en Mauna Kea, Hawaii, funcionando desde 1999. La primera luz y las futuras observaciones coordinadas de estos telescopios abren toda una nueva era para la astronomía... o eso afirman los interesados :-)
La web del Gemini
Viernes 25
Agua en el sistema solar, en otros sistemas solares... una de las cosas que siempre se busca. El agua. Se creía que en el sistema solar la historia del agua era temprana. Se pensaba que estaba ligada a los carbonatos. Hay carbonatos en el sistema solar desde hace mucho, posiblemente desde poco menos de 20 millones de años después de la formación de nuestra estrella, cuando aún se estaban formando los primeros planetésimos. Y siempre se había pensado que los carbonatos estaban indisolublemente ligados al agua... Pero parece que no es así, con lo que esta línea deductiva empieza a hacer agua (perdón por el chiste fácil). Análisis de datos del ISO (InfraRed Space Observatory) que funcionó entre el 95 y el 98, pero sigue produciendo ciencia, de mediciones de dos nebulosas planetarias han permitido a un equipo internacional dirigido por Ciska Kempler, de la Univ. de Amsterdam y primer autor del artículo que salió en Nature el 17/1) comprobar que existen en torno a estas estrellas muriendo, que están expulsando gran parte de su material, ingentes cantidades de carbonatos, que no tendrían que ver en absoluto con planetas, planetésimos ni nada de eso. O sea, que el origen de los carbonatos no tiene por qué ser frío y ligado al agua...
Lunes 27
A finales de febrero la Agencia Espacial Europea pone en órbita el Envisat, uno de los proyectos estrella, un satélite de observación de nuestro planeta que será fundamental en el estudio del clima, la atmósfera y los recursos naturales. 10 instrumentos con gran precisión, que aportarán datos en tiempo real, analizados por más de 700 científicos. Permitirán seguir al detalle las emisiones (y los sumideros) de CO2, la evolución local y regional de los parámetros climáticos, la temperatura de la atmósfera y los mares, el nivel de las aguas, las corrientes... de todo.
Martes 28 y Miércoles 29
Cómo no: la convulsión en el mundo de la astrofísica se llama gravastar que podríamos convertir en "gravestrella". Estos entes teóricos nacen del análisis cuántico de lo que le pasaría a un objeto que colapsa bajo su propia gravedad. En los años 20, Karl Schwarzschild analizó lo que pasaba a un objeto que colapsaba por su propia gravedad utilizando la teoría general de la relatividad y un modelo clásico para la materia. Lo que salió de ahí se llamó unos años después agujero negro, sin duda uno de los términos de más éxito de la astronomía del siglo pasado, junto con big bang, que ha trascendido por completo los ámbitos de la ciencia. El modelo de agujero negro se ha revelado fructífero... excesivamente fructífero a decir de muchos, porque no sólo parece valer para un roto o para un descosido, sino -y sobre todo- es un modelo imperfecto, que incluye una singularidad en el espacio-tiempo, saltos de entropía descomunales y obviar problemas energéticos dentro del mismo marco de la teoría de la relatividad general.
Emil Mottola y Pawel Mazur son los responsables de lo que puede ser una revolución. Se les ocurrió meter la teoría cuántica en el colapso, descubrir que tiene que haber transiciones de fase de la materia, análogas a los condensados de Bose-Einstein en la materia superenfriada, que podrían permitir la creación de un objeto bastante exótico que no tiene ni singularidad ni los problemas energéticos y termodinámicos derivados de la singularidad. Una especie de burbuja de materia superdensa, colapsada en sus estados cuánticos, mantenida por algo así como ondas gravitatorias estacionarias. La gravestrella. Con las mismas características del agujero negro pero sin sus incomodidades... o eso parece. La discusión entre teóricos está servida: unos dicen que qué bueno, otros que qué parida. ¿Se impondrá lo de la gravestrella? Desde luego, lo de agujero negro es demasiado popular para desecharlo por el momento... ¡a trabajar!
(Ah... la cosa sale en el número del 19 de enero de New Scientist. Más información aquí
j.armentia
colocado: miércoles, enero 23, 2002
La Pregunta Del Millón
Hoy en el espacio de Lo que es la vida de Radio Nacional de España - Radio 1, la pregunta tenía que ver con el asunto de los volcanes, al hilo de lo del Ningorongo de Goma, obviamente... La pregunta era si tienen algo que ver los volcanes con el clima, y por qué. Me lo han pillado, claro, que sí, que tienen que ver y mucho: por ejemplo, la erupción del Pinatubo (Filipinas) en 1991 mandó a la atmósfera entre 15 y 30 (según fuentes) de toneladas de SO2, que reaccionó con el agua en la estratosfera, creando un aerosol de ácido sulfúrico que permaneció un par de años... esto produjo una disminución estimada de 0,6 grados centígrados de la temperatura global del planeta. También redujo algo la capa de ozono...
En efecto, las erupciones de los volcanes pueden afectar al clima. No todas: depende de muchos factores:
- la forma y la dirección de la erupción, y su tamaño. La cosa es importante cuando se inyectan aerosoles en la estratosfera, donde pueden permanecer tiempo. Que el pepinazo lance cosas por encima de 15 km... porque a veces se lanza de lado (esto pasó en el caso del St. Helens de EEUU)
-la composición del material lanzado: el contenido de azufre es fundamental, el SO2 crea aerosoles muy eficientes en reflejar luz solar. Igualmente, el contenido de agua afecta, porque el magma con más proporción de agua se expande más explosivamente, facilitando el que la erupción sea de las chulis...
Los efectos no sólo se dan por el bloqueo de la radiación solar en la estratosfera. Aparte de afectar a la capa de ozono, provocan cambios importantes en el régimen local de la atmósfera. Por otro lado, grandes erupciones pueden alterar zonas importantes de arbolado e incidir, indirectamente en el clima. Megaexplosiones, como la de hace unos 2 millones de años en Yellowstone, con volúmenes expulsados de unos 1000 km cúbicos (la del Pinatubo expulsó 1, la del Krakatoa, como 100) que se dan en promedio cada 10.000 años, afectan al clima global de manera drástica... (y no olvidemos que algunos siguen pensando que épocas de vulcanismo global intenso pudieron dar cuenta de extinciones como la del Cretácico-Terciario, aunque, todo hay que decirlo, la hipótesis del impacto cósmico guste más, y esté mejor fundada).
60 erupciones volcánicas cada año, aunque la mayor parte de ellas pequeñas, es una media que da que pensar.
El experto que estaba al teléfono, Vicente Araña, vulcanólogo del CSIC ha comentado que, en cualquier caso, los sistemas de vigilancia de estratovolcanes llegan a permitir conocer incluso con meses de antelación una erupción volcánica importante. Convivir con los volcanes... ése era el titulo de un artículo que publique el 10 de enero de 2001 en El Correo. Lo pego, por aquello de ir recuperando historias antiguas...
Convivir Con Los Volcanes
Don Goyo parece haberse calmado de nuevo. Aunque sigue siendo el volcán con mayores emisiones de dióxido de azufre del mundo (unas 8.000 toneladas al día), pero el nivel de alerta que fija el CENAPRED, el Centro Nacional de protección de Desastres mexicano tiene el semáforo amarillo: precaución, pero sin necesidad de desalojar las zonas habitadas cercanas.
Don Goyo es más conocido como Popocatépetl (“la montaña que humea”), Popo por simplificar, uno de los 1500 volcanes que están actualmente activos en nuestro planeta. Pero es el único que tiene casi 30 millones de habitantes a menos de 100 kilómetros: a 55 km. al oeste está México DF y a 45 al este, Puebla, donde alcanzaron recientemente las cenizas de una de las exhalaciones que está teniendo el volcán desde hace 4 años. Realmente, el Popo está activo continuamente, y en los últimos cinco siglos ha tenido 17 erupciones, acumulando varias decenas de centímetros de espesor de cenizas por todo el Valle de México, donde se asienta la megápolis.
Miles de kilómetros al Sur, al oeste de Quito, está el Guagua Pichincha, una cima de casi 4.800 metros sobre el nivel del mar que acumula también lava enfriada, como el Popo, en una caperuza sólida que, a modo de tapón en una olla exprés, mantiene una alta presión en el magma que intenta escapar del interior de la Tierra. Su actividad se ha incrementado en los últimos diez años, cubriendo todo el área de cenizas blancas que han cambiado el color de los valles cercanos a la capital ecuatoriana. Las crónicas aún recuerdan la erupción de 1660, cuando algunas zonas de la ciudad se cubrieron de más de un metro de cenizas.
En ambos casos, existe un domo de lava solidificada tapando el volcán. Una circunstancia potencialmente peligrosa, porque si la fuerza interior rompe de repente esa estructura, se crea una nube de ceniza y polvo ardiente capaz de desplazarse a grandes velocidades, superiores a los 200 km/hora. Estas nubes piroclásticas son uno de los principales peligros que entraña vivir cerca de un volcán. Pero no el único.
La actividad de los volcanes se debe a una actividad geológica, en el interior de la Tierra. Aunque tendemos a pensar que vivimos sobre algo muy sólido, la corteza continental está flotando sobre el magma (roca líquida) del interior de nuestro planeta, un material que soporta grandísimas presiones. Y todo esto es una situación dinámica, de manera que las placas continentales se están desplazando lentamente, y nueva corteza se genera en los centros de los grandes océanos. Toda esta tectónica de placas, que fue entendida a partir de los años 60, tiene que ver con los volcanes y con los terremotos: en las zonas de interacción entre placas, como sucede en todo el dorsal oeste de las dos Américas, el fondo oceánico se mete por debajo de la placa continental, lo que ha provocado el levantamiento de las cordilleras de los Andes sudamericanos, la Sierra Madre o las Rocosas ya en Norteamérica. Pero también ha hecho de la zona una de las principales regiones sísmicas, y la existencia de numerosos puntos por los que el magma busca su salida al exterior: los volcanes.
La actividad de un volcán está siempre, por lo tanto, relacionada con una alta sismicidad: las regiones cercanas a los volcanes activos están sintiendo continuamente pequeños temblores de tierra, debido a los reajustes en la presión del material sólido, una energía muy poderosa que puede, finalmente, liberarse de forma dramática. A menudo, sin embargo, la actividad sísmica permanece de forma moderada durante la vida activa del volcán. Como sucede en el caso del Kilauea, en la isla de Hawaii, que sigue en erupción podríamos decir tranquila: la lava fluye de manera suave desde su caldera por el valle de Pulama Pali, llegando hasta el mar y creando una nueva costa. Se trata de una erupción que tiene ya 18 años, desde enero de 1983 cuando comenzó, y que ha creado ya 205 hectáreas de nueva tierra. El caso de los volcanes hawaianos muestra otro tipo de volcanes: no están en el borde de una placa continental, sino sobre un punto caliente del interior de la Tierra que se abre camino a través de la placa oeánica, de menor espesor.
En otros casos, las erupciones tienen peores consecuencias. El volcán de Soufrière Hills, en la Isla de Monserrat permanece estos días con una actividad elevada, con un domo de lava que sigue aumentando, alta actividad sísmica y continuas lluvias de piedras, aparte de una continua exhalación de gases tóxicos. Su primera erupción se dio en 1995, con nubes piroclásticas que primero obligaron a desalojar el sur de esta isla y posteriormente sepultaron su capital, Plymouth. Aunque las pérdidas materiales y económicas han dado al traste con la isla, las medidas de prevención permitieron evitar que se produjera una catástrofe, como sucedió en 1902 con el Mont Pélé, que mató a casi 30.000 personas en la isla de Martinica.
Otras veces, lo que se viene encima de las zonas cercanas al volcán no es una nube de cenizas, o bombas de piedra volcánica que salen por los aires. Si el volcán es una cima nevada, la erupción puede fundir toda esa masa de agua sólida, creando un lahar, o avalancha de barro. Algo que sucedió en 1985 en Colombia, cuando un lahar desde el Nevado de Ruiz arrasó la ciudad de Armero matando a 35.000 personas. A pesar de que la erupción del Nevado de Ruiz había sido pronosticada por los especialistas, los fallos en la organización civil de desalojo de la zona propiciaron el desastre. Unos años después, la lección colombiana se tuvo en cuenta para poder prevenir las avalanchas del Monte Pinatubo, en Filipinas: en 1992 las avalanchas sólo produjeron unas decenas de muertos.
Se estima que unos quinientos millones de personas viven cerca de uno de los 1.500 volcanes actualmente en actividad. Más o menos conscientes del peligro que conlleva, sin duda están agradecidos que los vulcanólogos puedan, cada vez más, pronosticar mejor cuándo va a ser la próxima erupción.
Pronóstico Y No Predicción
A los geólogos no les gusta hablar de “predicción” con el tema de los volcanes. Suena poco científico: prefieren el término pronóstico, más cercano a la meteorología. Y es que, afortunadamente, un volcán activo que esté siendo monitorizado puede ser comprendido, y se puede conocer si la actividad va a aumentar en un nivel que llegue a ser peligroso. Un volcán como el Popo está siendo continuamente analizado de todas las maneras posibles. Visualmente, con cámaras de televisión remotas, y sobrevuelos diarios que permiten comprobar si hay nuevas emisiones de fumarolas, o desplazamientos apreciables de rocas. A ello se une una red de estaciones sismológicas, que dan información sobre el estado interno del volcán; junto con los datos sísmicos (los de mayor importancia) mediciones geodésicas permiten conocer día a día cómo está el edificio volcánico. Por ejemplo, inclinómetros instalados en las pendientes del cono permiten conocer inclinaciones y pequeños desplazamientos que anteceden a los fenómenos activos. Finalmente, los análisis geoquímicos, analizando la composición de las exhalaciones gaseosas, del agua de los manantiales cercanos, permiten apuntar también al estado de actividad.
Todo ello permite ya pronosticar con días de antelación la aparición de una nueva erupción. Pero esto no es la solución definitiva: los vulcanólogos siguen soñando con poder realizar pronósticos fiables a más largo plazo, pero sobre todo con que sus recomendaciones sean siempre tenidas en cuenta. No quieren ser como el zagal que siempre avisaba de que llegaba el lobo...
Javier Armentia
colocado: miércoles, enero 23, 2002
TERRITORIOS: CIENCIA/FUTURO El Correo
Hormonas: Mensajeros Químicos
Javier Armentia
Hace cien años, un 16 de enero de 1902, dos fisiólogos británicos del University College de Londres, Ernest Starling y William Bayliss se encontraban en el laboratorio estudiando el mecanismo por el que se liberan diversos líquidos desde el páncreas hacia el intestino para favorecer la digestión. Vertieron gotas de ácido clorhídrico sobre un intestino comprobando que se estimulaba la secreción, un proceso que hasta entonces se creía regulado por el sistema nervioso. Había una sustancia en esos tejidos capaces de disparar los procesos digestivos. Starling denominó a la desconocida sustancia “hormona”, del griego hormnein, que significa poner en movimiento. Posteriormente comprobaron que podían aislar esa hormona, la secretina, inyectarla en un perro y estimular en él la secreción pancreática.
El descubrimiento de los mensajeros químicos dentro del organismo fue fundamental para conocer mejor el funcionamiento de los seres vivos. Actualmente se conocen más de cien hormonas que, en plantas y animales, estimulan el crecimiento, controlan la función de tejidos y órganos, regulan el metabolismo y mantienen la función reproductiva. Muchas de las órdenes que gobiernan los complejos procesos de un ser vivo viajan a través del sistema nervioso, convertidos en impulsos eléctricos neuronales y en actividad química de los neurotransmisores: este sistema permite respuestas inmediatas y acciones a corto plazo. Pero para la actuación en plazos mayores, o cambios más graduales, las hormonas son fundamentales. Ambos sistemas están íntimamente imbricados: la producción y liberación de hormonas en el torrente sanguíneo por parte de los órganos productores, las glándulas endocrinas, vienen controladas por el cerebro. Por ejemplo, en una situación de estrés, la hipófisis envía señales a las glándulas suprarrenales (también llamadas adrenales) y éstas producen una hormona específica, la adrenalina, que actúa sobre los músculos del corazón para acelerar el bombeo de sangre. En unos microsegundos, la adrenalina prepara el organismo para una respuesta rápida.
La mayoría de las hormonas se producen en el llamado sistema endocrino: la pituitaria (o hipófisis), la tiroides o las ya mencionadas glándulas suprarrenales, además de ovarios y testículos; aunque también las membranas mucosas del intestino delgado, muchas células grasas, el páncreas o la placenta secretan hormonas. Estas sustancias son principalmente de dos tipos: las hormonas esteroides, producidas principalmente en el ovario y el testículo, pero también en la glándula suprarrenal, se sintetizan a partir de la grasa colesterol, y actúan directamente; las peptídicas, producidas por las otras glándulas, se crean como proteínas grandes que, al ser necesitadas, se rompen en bloques activos. Esto les permite a las últimas estar presentes en el flujo sanguíneo sin activarse. El proceso bioquímico es complejo, porque en los órganos objetivo de cada hormona, ciertas células tienen receptores específicos en su membrana que, cuando la molécula de hormona los activa, producen una sustancia química que dentro de la célula transporta la información, el llamado segundo mensajero. Las hormonas grasas (los esteroides) pueden penetrar directamente en las células.
En 1954 se aisló una hormona producida por la hipófisis, que permitía el crecimiento de los niños, pero que se mantenía en producción a lo largo de toda la vida humana. Esa hormona del crecimiento humano (HCH) y otras similares regulan procesos fundamentales del desarrollo. Su síntesis, a mediados de los años ochenta, y su obtención actual a partir de técnicas de ingeniería genética, permiten tratar de manera efectiva enfermedades del desarrollo. Aunque, posiblemente, es la insulina la hormona que en el campo médico más importancia ha tenido, por la amplia incidencia de las diabetes. La insulina, descubierta a finales de los años 20, se produce en el páncreas y está presente en el flujo sanguíneo. Cuando una molécula de insulina se liga a la superficie de una célula, se activan varios mecanismos por los cuales esa célula absorbe glucosa de la sangre. Los diabéticos de tipo I no producen suficiente insulina y de esta manera los azúcares en sangre no son absorbidos por las células, con lo que se hace necesaria la administración de la hormona; en los de tipo II (conocida como diabetes de adulto) el problema es la resistencia de las células a activar el proceso ante la presencia de insulina. Como la HCH, la insulina se obtenía para uso médico a partir de animales, hasta que las técnicas permitieron diseñar bacterias que pueden producirla de manera eficiente a un coste mucho menor.
Es un hecho que las hormonas están en todos los lados: estas sustancias son las responsables del principal cambio que sufre un humano desde su nacimiento. La pubertad convierte al niño en un verdadero saco de hormonas, que activan los procesos de madurez sexual y los numerosos cambios fisiológicos que supone la misma. Debido a que una hormona determinada no sólo afecta a un órgano, sino que a menudo las interacciones son muy amplias, no es extraño que en esa fase, todo el organismo se vea alterado, hasta la propia conducta. Por ejemplo, la prolactina que las mujeres comienzan a producir al alcanzar la pubertad inhibe la acción de neurotransmisores como la dopamina, relacionada con el impulso sexual. La testosterona, producida principalmente en los testículos (aunque las mujeres también producen esta hormona “masculina” en sus ovarios) estimula el desarrollo muscular, la aparición de vello, pero también las conductas activas e incluso agresivas.
Química en el amor.. y en la guerra
Suele decirse que la atracción sexual, incluso el amor, son cuestiones muy por encima de lo físico, algo casi inalcanzable por la ciencia. No es así, evidentemente: numerosas sustancias, muchas de ellas hormonas, están implicadas en el desarrollo no sólo de alteraciones en el funcionamiento de los órganos –cambios que propician y facilitan el intercambio sexual- sino también en las propias conductas que consideramos superiores. La atracción, la euforia o sensación de bienestar vienen de la mano de moléculas como la dopamina o la serotonina. Andrógenos como la testosterona disparan los procesos del acto sexual, y permiten llegar al orgasmo, tanto en hombres como en mujeres.
Esteroides, anabolizantes: son palabras que han alcanzado también el vocabulario popular desde el mundo de la acción y el deporte. En general, esos términos se refieren a moléculas similares a hormonas (u hormonas directamente), capaces de estimular las células musculares: bien su crecimiento, bien su actividad. El caso del atleta canadiense Ben Jonson en 1988 supuso el salto a la fama de los derivados sintéticos de la testosterona.
colocado: miércoles, enero 23, 2002
lunes, enero 21
MILENIO, lunes 21 de enero de 2002
Diario de Noticias
Javier Armentia
Radiaciones Perversas
Deberíamos un día analizar de qué manera perversa nuestra sociedad consigue convertir ciertos términos en tabú, trastocando todo lo que la lógica y la razón indican, estableciendo de repente una palabra, un tema como algo demoníaco contra lo que se ha de luchar. Lo estamos viviendo en estos tiempos con todo lo que tiene que ver con la “radiación”. La gente se refiere a las radiaciones electromagnéticas utilizando estas palabras como si de un conjuro peligroso se tratara. Pero la luz es radiación electromagnética, nosotros estamos emitiendo radiaciones electromagnéticas debido a que radiamos calor... en forma de ondas electromagnéticas, ni más ni menos. Tomamos el sol, tenemos ahí arriba a esa enorme bola que en su interior esconde el mayor reactor nuclear imaginable que emite radiaciones contra nosotros. Son las que permiten la vida en la Tierra, afortunadamente. Recibimos las informaciones a través de radiaciones electromagnéticas: la radio, la televisión, el teléfono móvil... Vamos, que lo miremos por donde lo miremos, las radiaciones no son algo intrínsecamente dañino, sino la manera en que en este Universo se transporta de manera más eficiente la energía y la información. Solamente muertos, hiperenfriados, a oscuras y dentro de jaulas de Faraday podríamos mantenernos alejados de la radiación. O sea, que ni merecería la pena.
Posiblemente la culpa la tuvo el proyecto Manhattan, la bomba atómica, el miedo a la capacidad de destrucción al que accedimos hace poco más de medio siglo. Cuando supimos que las tecnologías humanas eran capaces de lo peor, de la completa destrucción, empezamos a convertir las radiaciones en anatema. Lo triste, lo perverso, es no darnos cuenta de lo que estamos hablando. Confundir (y algunos lo hacen deliberadamente) las radiaciones peligrosas con cualquier tipo de ellas, embarcarnos en una especie de cruzada antirradiativa cuando nosotros mismos, cada partícula de este Universo es, en el fondo, indisolublemente, una onda que radia.
colocado: lunes, enero 21, 2002
viernes, enero 18
Acuse De Recibo
Me envían de McGraw-Hill un libro que promete apasionantes ratos de lectura.: Lessons from the living cell. The limits of reductionism, de Stephen Rothman. (2002, McGraw-Hill, ISBN 0-07-137820-0. Transcribo de los comentarios de sobrecubierta:
El reduccionismo es una tradición científica extraordinariamente fructífera, que ha estado con nosotros desde los griegos, cuando Demócrito propuso por ver primera que toda la materia estaba compuesta de átomos invisibles. Su creencia central es que toda sistema puede ser comprendido cuando es reducido a sus elementos más fundamentales -sus partes constituyentes. En una versión extrema, esta manera de mirar la naturaleza pierde el sentido del todo mientras que analiza con tesón sus piezas más pequeñas.
Según entramos en la Era Genómica, muchos biólogos moleculares confían en que un día seremos capaces de diferencias "entre un protozoo y un pavo real" a partir solamente de su DNA. Es este libro, el biólogo experimental Stepehn Rothman afirma que tal vía de conocimiento nunca llegará aser posible, y que confiar en ella es erróneo. Afirma que aferrarse al reduccionismo es despreciar esta venerable tradición, con el consiguiente peligro de impedir nuevas ideas y por consiguiente el progreso.
De manera elegante y con precisión sin precedentes, Rothman desafía esa espada de doble filo que es el reduccionismo y que amenaza al propio método científico. Aunque el reduccionismo sigue siendo esencial para el proceso científico, en su forma más extrema (lo que él denomina microrreduccionismo) nunca podrá llegar a contestar a la pregunra de "¿qué es lo que hace a un sistema ser vivo?" Con la ayuda de casos fascinantes, Rothman aporta una visión clara al clima social en el que se practica la ciencia, y explora la psicología colectiva que teme que está llevando a los científicos hacia un callejón sin salida, hacia una deformada visión microscópica de la vida y lejos de su método. En última instancia, Rothman hace una elocuente argumentación a favor de un acercamiento darviniano a la investigación biológica que vaya más allá del reduccionismo hasta todo el organismo. Rothman hace una llamada filosófica, lejos de las pasiones, para la creación de una nueva biología -una que comprenda los sistemas vivos en su completitud trascendente.
He traducido más o menos directamente, y sí, la última frase dice lo que dice: "-one that embraces living systems in their transcendent entirety".
Como se puede comprender, con esa entradilla uno no puede menos que remangarse las mangas y comenzar a leer por dónde sale este biólogo experimental, que lleva 40 años en la profesión, con un currículum impresionante: Harvard Medical School, Univ. de California en SF, más de 200 publicaciones en Science, Nature y demás...
Él mismo dice:
A pesar de los nobles fines de la ciencia, de sus herramientas notables, y de su acceso a tan poderosos mecanismos de razonamiento, los humanos practicamos la ciencia de forma similar a la practicamos la carpintería o la política -como las criaturas imperfectas que somos. Es desde esta perspectiva que este libro realiza una mirada crítica a una de las creencias centrales de la ciencia moderna, especialmente de la biología moderna, el reduccionismo...
La primera parte del libro es un largo resumen de la filosofía de la ciencia, parece interesante, en cualquier caso. Posteriormente (estoy leyéndolo un poco a saltos, es que me temía lo peor) se centra en el asunto del transporte de proteínas dentro de la célula, la teoría de la vesícula... uno de los casos que expone para mostrar que el microrreduccionismo falla. Lo que me parece (es ese hojeo rápido, es que tampoco va a darnos muchas alternativas útiles). Me lo confirma una crítica que leo en New Scientist:
Remarkably, Rothman's story of the cell wars fails to make the case that reductionism is the evil force. Insofar as one is prepared to believe Rothman's own theory--that of direct protein transport--the evidence in its support would seem to derive from the best sort of careful experimental and reductionist science.
Queda, de todas formas, pendiente de lectura a fondo...
j.a
colocado: viernes, enero 18, 2002
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